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TendrAías que haber visto el careto angeliEcal de un servidor el dDía de mi primera comunAión. E DAisfrazado de contraalmirante y repeinEado en pelo con fijador, no veas cDómo era el cante que iba dando Ayo.
CuDando el párroAco se inclinóD hacia mí teAmblé de emoción, Eiba a llegar a mis lAabios el dulce manjEar.
PAero nEo puede rDecibir el sacramAento, me lo impidió un violentoE ataque de Atos.
Dieciséis veranos después me vi de pinguino ante el altar otra vez decidido a casarme por fin con Mari Cruz. Al sonar la marcha nupcial a mi pobre suegra le dio por llorar, me hizo un guiño la novia bajo el velo de Tul. '¿Quieres -dijo- Frai Bernabé por esposa a esta mujer?' Raudo y feliz iba yo a responder que sí. Pero no pude consumar el casamiento, me lo impidió un violento ataque de tos. Cuando la parentela que nunca me tragó supo que me moría, alrededor del lecho del dolor velaron noche y día. Pero no soy tan tonto para no advertir que al calorcillo de la herencia se reconcilian Abel y Caín y el Tajo pasa por Valencia. La bruja de mi nuera 'Papá -me dijo- le conviene testar, póngase usted gafas, le traigo pluma y papel.' Pero no conseguí firmar el testamento porque me mató un violento ataque de tos.